Juan Mamasán iba por todas partes
silbando con el viento lo que sale
en historias rosadas de cristal
pilladas en la tele del lugar.
Juan Mamasán se iba a sobar
la piel herida junto al lagrimal
mientras los otros eran animales
presumiendo de choros comensales.
Su ir y venir lo pinta el desconcierto,
la busca de caricias fluorescentes
que huyen a otros brazos consonantes.
Sepa el aire si habrá luz de concierto
de gala para Mamasán presente
-o no lo sabe Juan, gris caminante.
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