Visto el panorama diría
que recibir el soplo
del beneficio de la duda
permite auscultar un poco más el pasto,
rodearse de pétalos no invasivos, poner
los pies en el aire más que
en la tierra convulsa
y temblorosa de tantas amenazas.
Que de esas está repleto
el peso denso de la certeza
que camina sobre ti sobre tus ojos
dolientes que ven a esas turbas
deseando tirarte botellas de cerveza
o vasos de ricino porque
en vez de abrir las compuertas
al beneficio de la duda
prefieren colar esos adoquines sin corazón
como respuestas rígidas
que no tienen color
ni sabor,
sólo quieren estar encima del misterio
sin dejarlo respirar
la curvatura de la pregunta.
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