Aparecer en la lava dormida
de un volcán cualquiera
es una pesadilla a evitar:
puede que cuando se despierte
rojiza a punto de endurecerse
el reflejo de tu rostro
sea reemplazado
por un círculo amarillo
hirviendo
al que le cuesta pronunciar su nombre
o se vuelva la ceniza amniótica
expulsada de su región
por abrazar un sueño censurado.
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