Apenas puedes correr de una punta
a otra de esa calle que cubierta
por rejas finas olvidó
albergar un poco de la hierba pura,
de la luz menor que antes
fue milagro y señal de intercambio
en el que participaban
los chicos de tricotas fluorescentes
y los de chaquetas negras
que mascaban tabaco mientras
recordaban dos o tres canciones
muy enganchadas al espíritu
de un empalme que ha sido desterrado,
del que queda una placa borrada
por escupos
rayones
manchas de mayonesa
ejecutadas por los mismos que instalaron
las rejas puestas de una punta
a otra desta calle.
Pobres enviados especiales
de una crónica infectada
con el barro de sus rancios uniformes.
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