Ahí va el que tiene cara de "yo no fui"
corriendo por una cinta continua
que llegará a tenderle una trampa,
esa donde una mancha en el camino
lo hará
caer
dolerse
y de pronto
confesar lo que hizo en el momento,
lo que dejó de hacer hace dos horas
y lo que le hicieron hace treinta años,
eso que quedaba rezagado en la alfombra
persa o romana de un silencio
que asusta a cualquiera.
Finezas
que hoy ya son invendibles.
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