El salto del vacío invierte
la escena en su inicio:
donde el ser salta sin la certeza
de caer en un roquerío
una fracción generosa de pasto
o en un colchón ya hundido,
el vacío es el que salta
desde el ser y su sombra adjunta
que no se percata de su desnivel,
de su derrumbe tácito.
El salto al vacío es más consciente
dentro de su mediana incerteza.
El salto del vacío por su parte
es la incertidumbre mayor,
cuando el precipicio es el cuerpo
desesperado a más no poder.
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