El paisaje soleado con palmeras
y rocas firmes mojadas por el mar
de a poco se carcome: esa imagen es sólo
un decorado de cartón piedra
pintado por los que subrepticiamente
creen que estas vidas remojadas
en la más áspera confusión
son manejables a distancia,
sea desde un avión o
desde una oficina muy pero muy lejana.
El paisaje no aguanta otra rajadura
y va camino a incinerar incluso
a los que lo diseñaron.
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