El rojo de los tacones, el negro
brilloso de su vestido, el remarque
del labial morado y el delineador
yonqui acorde no son más
que puntos intermedios, los
cuales no deben bloquear la arremetida
de ese cuerpo tatuado, de señales
cuneiformes estrelladas, enigmas
puros en la piel de puntos y pecas, así pagas el tributo
de las horas que hacen falta
para que senos y nalgas sean soles lunas y planetas
en constante frotación, el universo
que se alinea con tu lengua y
tu mano indicando el deseo
que es lenguaje canónico, placer
que aunque tenga dinámicas conocidas
sigue fascinando, con el perfume híbrido
de cada beso que pareciera decir
hasta la próxima.
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