El espacio que dejan los muros, las rejas, las
vallas y otros puntos que obstruyen el paso
a otros estados de ánimo o de discontinua gracia
llega a ser ridículamente tenso, armado
a partir de unas tablas duras incomprensibles.
Así como en otros sitios hablan de los vacíos legales
aquí estamos buscando un vacío ilegal, una sombra
que no esté contaminada con esas normas, un
sol subrepticio que nos deje sonreír. Una luna
(por lo menos) que se cague en los faroles.
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