Se han repetido las historias
hasta gastarse, tanto los relatos
épicos con o sin consignas o banderas
o los folletines de amor con o sin
pornografía. Sí, se gastan pero
algo las mantiene por los costados
o en las napas subterráneas, esas tramas
o subtramas de raíces desconocidas
que de a poco se ganan el cariño.
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