El mejor enterrador de todos
será el que entierre
a otro enterrador que haya
despreciado a ese engendro
perdido en el pozo cruel
tapando su urna con mierda
y pegamento viscoso para
que nadie lo visite. Ese
enterrador justiciero cuando
deje estos campos secos
recibirá de su semejante
flores, luces y otros ribetes
enmarcando esa vida, la
emoción vibrante de irse
luciendo el luto como un traje
que no olvida el fulgor de la ultratumba.
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