Juntos no eran dinamita:
eran el concho de la pólvora
que supieron manejar
en escenarios de otro tiempo
cuando los muros eran lienzos
desesperados, cuando las señales
apuntaban hacia la ceniza
que engendraría luces mejores
-pero esas no llegaron ni de rebote
y ellos pasaron a ser focos
de leve intensidad que a veces
tienen ganas de revivir esas tardes
donde se espantaban ajenos y propios
pero ya no serían dinamita
sino barro picado como símbolo
del fracaso.
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