El llanto más verdadero
hondo
y lacerante
(lluvia ácida saliendo
de donde siempre
mas no exenta de un tono cruel)
llega cuando no lo esperas
y tus manos lo tratan
de contener:
llega cuando
tras perder la línea matriz
la línea patria
y el armazón vanidoso
de los cachivaches
te pierdes
a
ti
mismo:
el desplome que adelanta otro peor desplome.
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