Cuando Gumercindo Pérez sube a beber
su café con leche
ese líquido de color cremosamente oscuro
baja por su garganta, se apresura
a ocupar el estómago y mezcla esa dulzura cargada
con la lava dormida de la bilis que por el momento
no se altera, pero si Gumercindo se agita o le cuentan
algo terrible eso puede dar un giro brusco, el de
la leche agria que no perdona.
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