La princesa al bajarse
del carro
se sacó la cinta que sostenía
su cabello
que al caer se extendía
dejando ver una escritura
extensa y misteriosa.
Los que se acercaron
a leer en la cinta de la princesa
terminaron envueltos en su magia
que contenía todo ese despliegue
y mucho más. A ella no le hacía falta
poner sus experiencias en libros ostentosos:
siempre quiso que lo suyo
viajara libre, manchando
la mente libre de quienes deseen seguirla. Su viaje
de aires finos ha valido la pena
por quienes han saboreado
de lo que ella es capaz.
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