Nos invade el temor de quedarnos huérfanos
de un aire justo, de las hojas verdes, de
las frutillas avanzadas o el hilo
que nos cuenta lo que los clichés esconden.
Con este frío atacando anuncian el final de un momento
y nos da por imaginar -así de llorosos-
que ese temblor es más oscuro en nuestra piel.
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