Saquen sus cuadernos, niños,
y hagan una composición sobre lo que deseen.
O sea, tema libre.
Esa voz lejana de momentos
entre la tiza, los pupitres y los compases
vale su peso en mi recuerdo
cuando escribo justamente de lo que sea
y más que dar rienda suelta a mis caprichos
estoy tratando de cumplir con mis latidos
y mi deseo de huir de los ácaros sin cuento.
Allá ellos con sus juegos a distancia,
sus contactos por textualidad breve
-pero de una brevedad mutilada, sin alma,
sin desarrollo.
Me estoy quedando solo, viejo,
aferrado a una tabla escribiendo con los caracteres
en su lugar,
pero fiel a lo que soy,
a la mierda que soy
con
los
puntos
sobre
las
íes.
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