A la otra María Magdalena
le llovían las piedras y los insultos
mientras Jesús se la llevaba
para ayudarla y darle apoyo en ese ambiente misógino.
A ti lo que te llueve es otra cosa:
aplausos y escritos que te dejan como
la que con un sintetizador y un portátil
pone a bailar y a gozar
con esa marcha lujosa que estaba
en lo de Moroder
o en lo de la Berlín minimal.
Te tocó el mejor destino,
y querré que me siga tocando escucharte
ese desparpajo que impone un dulce respeto.
Espero señal.
Así siempre.
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