Afuera los maniquíes a la mitad
desde las tiendas de jeans
-muchos de esos que le levantan la cola
y a la larga la moral a las chicas que siempre
se la juegan en la calle, se la toman
como su propia pasarela de alta costura
sin prepararse mucho pues
sus pasos de novias, esposas, madres,
empleadas de oficina son duros y hacen
que la marcha de la urbe sea respetable,
revestida del esfuerzo que igualmente
se desprende de quienes se encargan
de esos locales con esos culos solitarios
sin cara y sin más que la representación
de lo que encuentra vida propia
en el cuerpo de las guerreras
del hoyporhoy.
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