Rubén, la princesa
ya no estará triste
ni enrabiada mientras
pueda cagarse en las
preguntas burdas
sobre su angst o su sangre.
Misterio tendrá siempre
pero no para el hueveo
tuyo ni de otros liristas
de chorrillanas que miran
hacia el Teletrak. La
princesa es el aleteo
de su pañuelo y su certeza
sobre su cuerpo. No más
preguntas hueonas señor juez.
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