Este motor no se carga
con gasolina de octanaje corriente:
se carga con poesía.
Y los movimientos extraños
experimentables por esta máquina
(convulsiones y zumbidos
entre lo salvaje y lo armónico)
se deben a esa inserción de palabras,
a esa arquitectura de vuelo
donde el aterrizaje debiese ser
una prolongación llana del propio vuelo.
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