Afeite y aceite, crema
y polvos como nubes
ilusorias se dilapidan
en el espacio que deja para bien
la exigencia árida marcada con tarjeta,
y a la hora de ese encuentro
-licor sobre licor, anécdota
sobre proyecto de promesa-
esa cosmética fija su halo
como que no quiere la cosa,
como que sí
quiere
la explosión del sentido
que supera en el abrazo
ese espacio que dejaba la exigencia,
hoy un corazón cargado de esos toques.
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