Que juegue con mis posibilidades
no significa que las deje
en un cajón de utilería
que las limita. Las uso
para horadar el cemento penoso
o para cambiar el color
de cualquier letrero. Ellas
-mis posibilidades- a ratos
se hacen las mosquitas muertas
fosilizando sus presuntas alas
pero están muy vivas, destilando
materia viscosa que queda
sobre un cartel cercano
a manera de símbolo victorioso.
Mis posibilidades quedan muy a la mano,
muy flameantes y teñidas
de un color explosivo.
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