Retortijones mentales,
palpitaciones de tripas,
lagrimeo de las uñas,
confusión generalizada en forma
de moreteo o de mugre saliendo
aunque la piel se conserve
porcelanosa y sedosa de frentón:
quién me puede asegurar, por
los mismísimos gargajos del diavolo,
que no estaré en un par de horas
caminando por los campos borrosos
o por los callejones de aceite trucho
gritando el nombre de dos reyes
o tres sultanes o 15 dictadores:
ahí está mi cuerpo como pantalla
-como réplica de algo innombrable
-como derrota después de tres derrotas.
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