He aquí que el aburrimiento
donde estaba encapsulado nuestro héroe
ya no daba más de sí, su relieve
mantenía al mismo ahogado con colores
entre el rojo vivo y el morado
que estaba a punto de quedar
en pálido tamiz de rendición.
Eso hasta que esa cobertura cruel fue
crujiendo y abriéndose
dejando espacios para la luz del deleite
que permite la mutación del aburrimiento
hacia el merodeo de las formas
y de otras abstracciones singulares
que ayudan a nuestro héroe
a llegar mejor acicalado que nunca,
a poner otras semillas y otros riegos
en las manos de quienes no esperan nada
y sin embargo
sonríen agradecidos:
varios de ellos
seguro pasaron
por una experiencia
parecida.
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