De esa fase adolescente veo un cristal atropellado,
inesperado, una jeringa y de allí
el exilio en una cama, revistas
desordenadas allí, el desespero
por los granos que no debía rascar,
el recuerdo de ver a quien dejó el colegio antes
y me tuvo baboso aunque ahogué
el impulso porque no me corresponde,
la tele me estimulaba incluso
con Chile a punto de perder con Venezuela,
al lado la acumulación de meados, las
sábanas como entonces o como es casual
acumulando lo húmedo, lo microbiano que
cuando se arroja no hay conciencia mayor de ello.
Salí de eso como si nada, pero
más adelante me esperaban otros escenarios
que me han dolido más o más. Nunca menos.
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