No hay sirenas más preparadas que éstas, las
que hacen del sireneo un evadirse del latido
pobre que ofrecen los consejeros anorgásmicos, un
trascender los pelos que les crecen y el lucimiento
del día escrito al revés porque así lo dicta
el choque de bocas, el halo sin santidad
y sin vaticano de pacotilla. Y está
cubierta de miel la postal a la vista
y también la que guardan para ellas.
1 comentario:
Preciosas palabras. Me encantan
Gracias por compartir tan bonito trabajo.
Saludos
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