Pobre del que toma la paleta de colores
destinada a pintar un cuadro
que incluya puntitos armónicos
y ráfagas de borrones distinguidos
y prefiere llevársela a la boca
con sus dientes carcomidos por el tabaco turbio
y otras dosis que traen sucios deseos
dejándola convertida sin clemencia
en un albergue de negros y negros y más negros
del que apenas se distingue un matiz
donde todo es un carbón sin esperanza
la susodicha se fue por la ventana y no quiere
saber del pintor y su falta de delicadeza
que ha espantado a los pájaros y sus migas.
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