para Monosaurio
Continuando con la saga de notas acerca del quinteto inglés que hará doblete pronto, aplica profundizar sobre el segundo álbum que editaron, THE BENDS (Parlophone/EMI, 1995). Decíamos ya que los primeros años de Radiohead se caracterizaron por un noise pop aguerrido y angustiado, sin hundirse en demasía en la languidez típica de otros registros indie, fuesen shoegazers o slowcoretas. Había una fuerza expresiva allí, un gajo envenenado poniendo su luz, doliendo a más no poder. Canciones cuyo anzuelo podía crecer inesperadamente, puestas en los oídos idóneos. Nótese que "My iron lung", demoledora en riffs, prácticamente no era cantada, sino escupida con rabia, la más real, por Thom Yorke, durante sus conciertos de esa época. "Planet Telex" (no "Planet Xerox", como puso Felipe Merino en Revista Rock & Pop, cuando se declaró el disco que comento como álbum del mes, en marzo) abre la docena de tracks, y coloca un hálito de resignación inducida; aunque se fuercen las vías, o se rehaga el ánimo yendo del colegio a la casa, o se rompan las reglas, no hay caso: everything is broken. everyone is broken. Luego, el tema titular pasa revista a las descompensaciones afectivas y al anhelo de poder ser feliz, mientras las palabras salen torcidas y no hay amigos reales alrededor, desarrollándose con una soltura digna del "Ziggy Stardust" de David Bowie. "Fake plastic trees", una de las tres mejores canciones del grupo, dentro de toda su belleza, muestra a dos seres especiales en una tierra plástica muy lucida, pero que deja al descubierto la inclemencia de la gravedad y la de los sentimientos (But I can´t help the feeling/I could blow through the ceiling/If I just turn and RUN. And it wears me out); recuérdese el clip de este single, ese paseo por el supermercado... "Just" es otro momento redondo, plagado de ironía pura (don´t get my sympathy hanging out the 15th floor) y de guitarrazos como rasguños en el alma, y lo mismo sigue en "Black star". Más reposadas quedan "Bullet proof... I wish I was" y "Street spirit (Fade out)", esta última de ua pastoralidad única, tan admirable que hasta los mismísimos System of a Down quisieron alcanzar esa gracia en "Lost in Hollywood" (el final de su MESMERIZE, 2005). Acá también figura la archiconocida "High & dry", baladón que nuestros héroes califican como una de sus peores canciones (¡y lo mismo dicen de "Creep"!), lo cual habla bien de su nivel autocrítico, pero desde acá no ocultamos el respeto que ese track merece; total, si ellos no la hacen en vivo, Jorge Drexler y Jamie Cullum sí. "Bones", "Nice dream" y "Sulk" no hacen más que revalidar la gracia que estos hombres iban exhibiendo, durante sus primeras mordidas, con el propósito de no ser un grupito más del montón; su filiación con la generación brit pop sólo pasa por las apariciones de sus registros en similares fechas, y por sus logros, jamás por hablar la misma lengua que Oasis, Blur, Suede o Supergrass. Hoy, esa visión desesperada vale igual, y más. En Oxford pueden sentirse orgullosos.
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