Lo que se ahoga solitario
entre los residuos de pescados
(espinas y cabezas vencidas
por el sol terrible) y la mezcla
de agua y jabón casero
es el paso de los que compraron,
el arrastre de los que venden,
la paleta colorida que a menudo
revive calles que antes sufrieron
por cosas con o sin nombre,
y esos votos se renuevan
por el frescor de los limones
o las lechugas costinas,
frutas y verduras
saboteando
lo gris de las veredas maltrechas.
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