el hablante lírico de ese poema no soy yo y no tengo
por qué serlo:
cuestión
de desdoblarme sin equilibrios, de comer insectos temerosos,
de beber agua con detergente, de dormir poco cada fin de semana,
de escribir con otras tintas
a manera de máscaras cargadas
de asperezas.
Por no mencionar que
hay días en que se me oye en estéreo
y otros donde sueno cacharriento:
lo último es más frecuente.
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