La oscuridad de la trastienda
contra las luces del supermercado
que ofrece los duraznos en oferta-
algo de pronto se habrá escapado
a manera de absurda silueta
o de cuchillo gastado-
algo que no lo alcanza ella
vestida de amarillo, menos el cansado
recolector de burdas señas.
La oscuridad parece un faro
en el que están todos sin darse cuenta
por cegarse con las luces del supermercado.
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