La ironía es un plato que por lo común
no se sirve frío ni caliente.
Se sirve envuelto por una tibieza
que se paladea como un pasaje,
un trazo que lleva mejor que nunca
a masticar y tragar el veneno dulce o salado que cumple
con arrojarse en una mesa de trabajo o en un bar
donde sirven cortitos, donde alguien
(un cualquiera en un lugar carcomido por las esperanzas
malogradas) busca sobresalir
mirando con desprecio la porcelana
-lana de Porcel, burda abstracción.
Plano irónico único omnipresente.
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