Se me muere lo niño en medio de la noche
y en el alba lo viejo me arranca la piel.
Lucho frente al espejo para no ser como él
mientras voy nadando por los mares del derroche
de fierros cantantes saliendo de un coche
cuyo piloto tiene la boca tapada de hiel
y la cara de un niño perdido en otra piel
obligado por el rigor vicioso de la noche
-el que se ve obligado a quemar el coche
-el que olvidó la alquimia del limón y la miel.
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