La telaraña que está más abajo
de las otras telarañas
cuando fue a perseguir
el deseo de tragar otro veneno
menos conocido
lo dejó
murmurando en un dialecto
con sabor a virutas mafiosas
el de sus proveedores
a los que tendrá que pagar
en un par de horas
o si no
la luz de la pantalla dejaría
de mostrarle las mariposas
y los árboles.
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