Para el común de los mortales
eso viene a ser el dibujo sano
de lo que siempre ha sido
un cruce de manos, una estrella
de limón o de naranja o el deseo
de estar entre la multitud
vibrando bajo el mismo acorde.
Para uno queda como la reválida,
la retranca, el rizo del rizo
de la experiencia como rincón alcanzado
sin querer, la esquirla con nombre,
apellido y cara detestables que cuando
se vuelve a recordar produce
un cosquilleo parecido a un calambre.
Recrear es volver a vomitar.
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