De señor a señor y medio
el señorío ya cae enclenque,
se vuelve una masa insoportable
cuyos códigos no expresan otra cosa
que el vacío pronunciado,
el compadrazgo de fotos y reuniones
que muchas veces promete otra cita
con tal de alargar el vínculo
pero su solución continuista
se queda en pasto molido, el rastro
amargo de la cerveza fría en una noche cualquiera.
Del sí señor al no señor
hay pasos que vencen al elaborarse.
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