Como cáscara, como hollejo endurecido,
el tiempo que nos cubre si no hiere
se irá desprendiendo, dejando tras nosotros
una piel gris con algo de sangre viciada;
en su lugar aparecerá otra más fresca que arroja gotas
claras de un deseo renovado, la senda
que unirá los nuevos puntos, esos ojos que miran
el óxido anterior con un desdén
que no bloquea esa sonrisa.
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