27 abril, 2009

PUNTEOS, LOOPS Y DEMASES: el carpintero del Puerto

ÁLVARO PEÑA
Centro Cultural de España
viernes 24 de abril

Con 65 años a cuestas, un músico nacido en Valparaíso, que vivió anteriormente en Inglaterra, donde se juntaba con Joe Strummer para tocar en The 101´ers, banda previa a lo que ese prócer punk crearía con The Clash, hizo acto de presencia en el CCE, aprovechando su estadía, que se prolongará hasta junio, cuando deberá volver a Alemania. Y que estuviera su logo en el telón de fondo y al borde del escenario, el cual rezaba: Álvaro, the Chilean with the singing nose, no dejaba duda alguna. Esa nariz cantante, esa voz nasal e imperfecta, se plantó con su teclado, más el apoyo de Rodrigo Catalán en bajo y Poroto Figueroa en batería. Peña llevaba camisa, suspensores y short sobre el pantalón, además de unos guantes finos, luciendo a su manera como un carpintero que cepillaba las canciones hasta dejar su astilla más fiel. El trajín se inició con el ejercicio de "La repetición mata", usando un lápiz para percutir con los dientes. "The rape" fue un momento confesional, tan crudo e indisimulado, que se me hizo imposible no pensar en Daniel Johnston (por la forma) y Xiu Xiu (por el fondo). Luego, el saludo a sus raíces con el pop fluido de "Valparaíso" y "Liceo Uno de Niñas". Hizo gala de cierto toque infantil, vía el seudo tango "Made out of wood", donde Álvaro canta que le gustaría estar hecho de madera como Pinocho, para enamorar a una mujer palo de rosa; durante el desarrollo, el bajo llegó a latir solo (como pasa en "A forest" de The Cure, fíjense), para ser otra vez asediado por la voz protagónica. Mostró una composición reciente, "Te amo los martes", basada en aquella conocida frase: Los martes, no te cases ni te embarques, con ritmo de bolero anestesiado. Acudió a estregar una pieza histórica de su repertorio, "Drinkin´my own sperm", con absoluta intensidad, aunque no hubiera una sola guitarra en el escenario. Fue más liviano con el calipso de "Papayas", y releyó la rítmica cuequera en "Mire pare escuche". Para el cierre dejó la juguetona "Tonteras" y la destartalada "El estrés". Álvaro Peña es, con toda su artillería musical, un patrimonio viviente del puerto que lo vio nacer, delirante en anécdotas y hechos, capaz de ganarse la atención de gente muy joven. Al terminar la hora de concierto, Don Álvaro ofrecía un stock limitado de álbumes y singles, tanto en CD como en vinilo (7" y LP), además de la reciente caja LAS CANCIONES DE ÁLVARO PEÑA, que incluye: un compacto recopilatorio, un libro con las letras de sus temas (bilingüe, como es de suponerse), y un ensayo sobre él, de un autor que no puedo precisar. Todo eso era requerido mientras lo acompañaba Gonzalo Ilabaca, pintor coterráneo suyo. Oportunidad única, que dirían en las multitiendas, parecía ser; por mí que se repita, con todos los honores.

www.don-alvaro.net

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