imaginar que en el cuarto
la cama deshecha
que revuelve las migas
la ropa de marca
y el diario del domingo
está más entera y firme
más viva y colorida
que quien la ocupó
dolorido y enclenque
cadáver pálido intentando
redibujarse con el café
si es que no recurre a cierta
cicuta tajante que lo aleje
de una escena formal
que lo arrastra sin misericordia.
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