que te seguía desde el final
del parque, le dejaste
galletas de soda, gomitas
y sustancias pero el perro
seguía tus pasos de mocasines
gastados tras mil trámites,
cientos de festejos y muchas
caricias no certificadas, ya
sacaba el perro la lengua
derrotado por su cansancio
mientras caminas más y
más y llegas simplemente
a extrañar el asedio del perro
tan ávido como tú de cierto plus.
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