El colchón quemado anoche todavía
conservaba el aroma de quien lo usaba,
todavía conservaba las huellas de ese cuerpo
que mezclaba esfuerzo con descansada gracia
y que huye hacia otro rincón
igualmente a mal traer
y de paredes brutas
sin saber
si podrá en su siguiente escapatoria
consagrar su movimiento y su ternura
a quien lo merezca por cordialidad y tino,
y no seguir en esta espiral seca
de sábanas hechas para asfixiarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario