Se arrastra todo esto
como si su peso quisiera marginarse
del tiempo y sus minutos exigentes.
Ya tuvo que lidiar con otros desafíos,
lucimientos y carreras locas
y hoy va luciéndose en dos dimensiones:
la del trozo de museo que todavía
roba la atención en cada cuadra
y la del motorizado engendro
que vive sus últimos instantes
sin renunciar del todo.
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