Del delirio anterior conservamos muy poco
ya que hasta los restos del banquete
se esfumaron veloces o se fueron disecando hasta anularse
en una especie de arena
poco movediza donde nuestros pasos
se van calculando a cada momento
y no quedan ganas de recuperar
el dulce desorden, el hilo sutil
que sujetaba nuestras ansias
derribadas por otras tentaciones
que fosilizan esos impulsos,
los dejan como piezas de museo.
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