Cuando crees que lo tan anunciado se aleja
a una distancia sideral, llega ese golpe
de luz sencilla y recrea el hágase lo que corresponda
tan bíblico en su nómina como en su aterrizaje.
El problema es que cuando la mayoría
ya lo iba destacando con letras de neón
te pillan pajareando, con un ojo cerrado
y el otro en estado confuso. Pierdes
la lucidez entusiasta valedera
y el tacto previsor. Pareces un cometa
al que le cortaron
la cola incendiaria.
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