Para Katyna Huberman
La traductora que pone en su lengua
versos con hombreras y pasos de baile alocados
que tenían en la mesa una botella de Free
al contrario de lo que se ha dicho en las esferas cultas
no es traidora: es quien revuelve
el ritmo y el hedonismo con tal que eso
parezca propio, natural, espejeante, esa pulpa
reconcentrada de risas que son el máxime de su caer
en gracia al que la escuchaba. Extrañarla
es lo mínimo. La podría esperar
toda la vida escuchando esas mismas canciones,
valdrá la pena su delirio chispeante.
Su traducción que no traición color púrpura.
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