MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: la Casona Dubois, de sitio terrorífico a locación cultural

En la penúltima página del diario La Cuarta de hoy, Luis Escares Villa firma una nota sobre la historia de la Casona Dubois, ubicada en la esquina de Mapocho con Ayuntamiento, plena comuna de Quinta Normal. Fue construida bajo las órdenes del ingeniero francés Andrés Dubois, el cual llegó a tierras chilensis a fines del siglo XIX. En 1904 compró un terreno para levantar esa casona según las líneas de la arquitectura francesa. Años más tarde, Monsieur Dubois fue llamado al ejército galo para ir a la Primera Guerra Mundial. Cuando aquel conflicto terminó, regresó para cumplir con su sueño de ser padre de un hombre, puesto que ya tenía tres niñitas. Para que las cosas marcharan miel sobre hojuelas, hizo magia blanca y mandó poner en el lugar dos gárgolas que simbolizaran la fertilidad. El hijo soñado llegó, pero con el problema que salió deforme y con problemas respiratorios. Andrés se volvió loco y estranguló al bebé en frente de su mujer, quien al no soportar tal infanticidio se quita la vida. Muerto el dueño de la casona, fue traspasada a otra familia que tuvo que presenciar manifestaciones paranormales. Años más tarde, la Casona Dubois fue usada para grabar la telenovela Tic Tac, producción de TVN donde actuaban, entre otros, El Rumpy, Leonor Varela, Mónica Godoy e incluso Coke Hevia aka Cornetín, hoy comentarista en el CÓNCLAVE DEPORTIVO de Radio La Clave. El presente de este lugar tiene más que ver con la cultura, pues ha sido sede de ferias literarias (ver arriba), conciertos de rock, fiestas folclóricas y en estos días que ven a los escolares disfrutando de sus vacaciones invernales tiene una oferta de entretenciones muy ad hoc. Barriendo por casa, pienso en cuando allí vi leer a la buena de Elizabeth Neira. La Casona Dubois va unida al Teatro Municipal quintanormalino y a la Biblioteca Pública Municipal, con entrada hacia Radal con Padre Tadeo, las otras calles que completan una cuadra que siempre le abre las puertas a la cultura. Y sin miedo, claro que sí.