MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: mi segunda vez como gratiferiante

Ya había hablado de las gratiferias que en Santiago se están realizando, instancias para poner al alcance de quienes lleguen toda clase de elementos comunes, de manera completamente gratuita. Vengo del Parque de Los Reyes, donde por segunda vez llevé un cubrecama para regalar algunas cosas mías. Revisados los rincones de la biblioteca, la records collection y las revistas acumuladas, llevé lo que merecía tener otra aproximación en nuevas manos. Y al igual que en septiembre, se llevaron todo: libros de Pablo Neruda, Baldomero Lillo, Gonzalo Rojas o Eric Troncoso; ejemplares de Zafari, Disfrute con Poco, Zona, Esperpentia y Hip Hop Nation; algunos cedés; un cassette con material grabado de SUPER 45, PERDIDOS EN EL ESPACIO y Música de Medianoche; un par de esponjas para fregar; e incluso un paquete de galletas. Fue todo tan positivo, al punto que un buen hombre me ofreció bebida y una presa de pollo; ¿será porque le gustó el MUZIKIZUM (2002) de X-Press 2 que llevé? Puede. Desde el fondo de mi corazón, me alegra bastante unirme a esta idea de ofrecer sin pedir nada a cambio, algo que incluso puede parecer extraño o insólito en una sociedad de consumo alienante y alienada, donde han llegado a lavarnos el cerebro con eso de que nada, o casi nada, es gratis. Porque el dinero, dinero/maldito dinero, como dice la canción de Sr. Chinarro, es un mero instrumento de intercambio necesario, no es un fin por el cual debamos revolcarnos cual cerditos descorazonados, queridos míos. Y de verdad deseo que las gratiferias no dejen de organizarse, que sean algo permanente, y no un hype cualquiera derivado de las exigencias protagónicas, siempre reales y comprensibles, del Movimiento Estudiantil. Porque el lucro no siempre tiene que jodernos. Me soplaron que la próxima gratiferia en el mismo Parque será a mediados de noviembre. Será hasta entonces.