Decir que no
no necesariamente significa
ser un negacionista de plano.
Sólo significa reconocer
la existencia de un objeto o sujeto
al mismo tiempo que uno acera
su carácter habitual
para oponerse a ese objeto o sujeto
desde una escala subjetiva
ante la presencia de la sala
y del auditor que en ciertos momentos
carece de respuesta o contrarrespuesta
o en el peor de los casos
rompe su camisa italiana de seda
tirando algún insulto negacionista
o una botella con vómitos coleccionados.
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