05 marzo, 2018

UNA MUJER FANTÁSTICA GANA EL OSCAR A MEJOR PELÍCULA EXTRANJERA

Yo odio el cine chileno. Es como tan rasca, tan resentido, aparte que nunca se entiende nada -¡que nunca se entiende nada! Esa frase la emitía Úrsula Brunner, personaje encarnado por Ignacia Allamand en QUÉ PENA TU VIDA, dirigida por el mismo Nicolás López que sigue saboreando las mieles del éxito gracias a NO ESTOY LOCA. Esa frase refleja el pensamiento negativo y facilista que ha rondado por las mentes de ciertos compatriotas, capaces de ningunear la producción cinematográfica local porque abusa de ciertos recursos, por remitir mucho a cuestiones políticas, por imitar el desenfado o la incorrección del cine comercial norteamericano. Sea lo que sea, estos jetones siempre tienen un motivo para echar abajo esos esfuerzos respetables.

Anoche se vivió un momento grande, tamaño familiar, en Los Angeles, California: la entrega de los Premios Oscar 2018. Ceremonia que para la crítica especializada y para los cinéfilos es un evento que hay que ver. Pero a mí la mayoría de las veces me ha dado lata. Natural que pase. Hablar de cine en Chile es para los Cavallo, los Martínez, los Maza, los Garratt Viñes, los Héctor Soto o los Salfate. Sin embargo, el foco estaba puesto en la participación de UNA MUJER FANTÁSTICA, esa pieza de Sebastián Lelio estrenada el año pasado, protagonizada por Daniela Vega, una fémina que desafortunadamente creció en el cuerpo de un hombre, y que como varias más han luchado para que se respeten sus derechos, entre ellos el derecho a que sus documentos no sigan acreditando su nombre de hombre, sino que el suyo como mujer. Pasó lo que un país entero esperaba: UMF venció como Mejor Película Extranjera, confirmando los buenos comentarios y los reconocimientos previos. Lelio, la propia Daniela y Francisco Reyes, entre otros, subieron al escenario del Teatro Dolby para recibir la estatuilla.

No me cansaré de valorar la dirección de un Lelio que apostó por un tono lo más opaco y alejado de efectismos posible, de trama a velocidad moderada y donde hay elementos simbólicos que desnudan la crueldad a la que Marina (el personaje de Vega) se expone, sólo por ser transgénero, y la soledad feroz que trata de sobrellevar dedicándose a ser mesera y tomando clases de canto lírico (las secuencias donde ella canta dos arias operísticas son memorables). Aquí también el rol de la productora Fábula es clave, un equipo que ya tuvo otras experiencias valiosas, apañando filmes como JOVEN & ALOCADA, BARRIO UNIVERSITARIO o PRINCESITA. Y se cuela más encima en esta jugada la presencia de un avezado músico británico, conocido por su material de talante electrónico: Matthew Herbert, surtidor de un score tan interiorista como las imágenes que acompaña. Este país lo agradece, en su esfuerzo constante por avanzar hacia el respeto entre hombres y mujeres, y hacia el trato digno hacia las comunidades LGBTI. La bandera multicolor es símbolo de dignidad. Unida a la chilena se fortalece. Lo siento por los intolerantes de siempre. UNA MUJER FANTÁSTICA ha ganado, el cine chileno ha ganado. Este Oscar es el tapaboca para los chaqueteros de siempre. Me saco el sombrero.

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